Acostumbrados a
una misma y única perspectiva: la propia. Cada persona sujeta a su propia
perspectiva, conoce el mundo desde sí misma y para sí misma. Es la gran maravilla de la persona
humana, única, irrepetible, auténtica; pero al mismo tiempo, su peor condena.
Lo relativo a sí mismo es lo que puede llegar a conocer y a vivir. Lo subjetivo
termina siendo el único lugar posible desde el cual emite juicios sobre la
realidad.
Este
ambivalente rasgo, tan radicalmente humano, ha sido ensalzado en occidente de
manera desmesurada. El resultado desafortunado ha sido el hastío de sí mismo al
comprobar la ineficacia del relativismo y el subjetivismo como posturas
vitales. Sin embargo, en su complejidad el ser humano encuentra la salida hacia los otros, los distintos y se
abre en él como camino de
realización la relación, la interlocución y la entrega.
Me ha
sorprendido gratamente encontrar dentro de la literatura reciente dos novelas, casualmente
escritas por autores ingleses, que ofrecen la posibilidad de un cambio de
perspectiva. Annabel Pitcher en su libro "Mi hermana vive sobre la repisa
de la chimenea" y Mark Haddon en "El curioso incidente del perro a
media noche", dan muestra de un gran talento en el arte de ver el mundo a través
de los ojos de otro.
Ver con los ojos de un niño la muerte, los atentados
terroristas y la xenofobia hace que estas realidades altamente estereotipadas
en nuestra cotidiana concepción del mundo adquieran nuevos matices y puedan ser
vistas desde otro marco, más humano y veraz. En el exquisito relato de Pitcher,
no queda desazón ni hastío al enfrentar problemas como el abandono infantil y
el alcoholismo. Aunque duras, estas realidades vistas a través de los ojos de
un niño de 10 años cobran un sentido más
amplio, más humano, a la vez que podemos reconocer pistas comprensión e incluso
solución que desde otra perspectiva no comparecen. Al leer el relato, es
inevitable comprender por qué el protagonista piensa y actúa como lo hace. Es
inevitable, en resumen, encontrarse en ese otro altamente identificado.
En "El curioso incidente del perro a media
noche" el autor abre una ventana aún más profunda, al invitar al lector a
entrar en la perspectiva de un niño autista. Un niño abandonado por su madre y
engañado por su padre, que descansa resolviendo problemas matemáticos y que
decide emprende una investigación al estilo Sherlock Holmes, nos lleva a un
mundo en el que la interpretación y la afectividad son sinónimo de confusión.
El perfecto mundo mental del protagonista se ve perturbado por aquello que para
el común de los mortales es señal de éxito social. Los gestos, las ironías, y
los abrazos son señales tan confusas que, por necesidad, deben ser evitadas. El
mundo simbólico que damos por hecho, es
para el protagonista, lo que le hace desconfiar y lo envía, cada vez con más
fuerza, a la profundidad de su mundo. Inevitable preguntarse, después de esta
lectura, por aquello que consideramos sólido y eficaz. Este libro nos enfrenta
con la fragilidad de un mundo
interpretado y sujeto a afectos irracionales.
Curiosamente, el efecto de este cambio de perspectiva no
es el distanciamiento, sino más bien, un reencuentro con el propio yo, en un
nuevo nivel.