jueves, 7 de marzo de 2013

LA VIOLENCIA EN TARANTINO (I)



A raíz de las últimas matanzas que han tenido lugar en colegios y lugares públicos a manos de jóvenes desequilibrados, se ha vuelto a encender el debate en torno de la influencia de la televisión, el cine y los videojuegos en este tipo de masacres. Esta cuestión se suele resolver con una ecuación simple: si se proyectan contenidos violentos, los espectadores se comportarán violentamente.
Si así fueran las cosas no tendríamos más que erradicar los contenidos violentos de los medios de comunicación para vivir en un mundo pacífico. Infortunadamente, el asunto no es tan simple. La violencia es tan antigua como la Tierra. Desde que existe el hombre en el mundo, éste ha tenido que lidiar con una constante lucha de opuestos en todos los ámbitos de su vida. La condición humana y, se puede decir también, la del mundo, es la contradicción. Esto hace que la violencia sea un elemento constante tanto en las dinámicas naturales como en el ámbito del comportamiento humano.
Se trata pues de alcanzar una suerte de equilibrio de modo que la violencia no se ejerza de modo indiscriminado y que esté siempre sometida por la razón como orientadora de las acciones. En esta lucha, el ser humano se ha encontrado con las artes como aliadas en la tarea de orientar las acciones humanas. En todas las culturas el arte ha representado un espacio de comprensión y sublimación de los complejos aspectos que componen la vida del ser humano.
Aristóteles ha dejado un excelente registro del efecto catártico del teatro y del beneficio que reporta en el comportamiento humano y la vida en sociedad. La representación debe conseguir que el espectador se sienta identificado de tal modo con el actor, como para que pueda comprender el sentido de las acciones que se realizan. La clave está en la calidad de la obra de arte.
Según lo anterior, la pregunta que debemos hacer a la televisión, el cine y los videojuegos no es si son o no violentos; se les debe cuestionar más bien si son "buenos", es decir, si están bien hechos o no, si son productos de calidad.
Por lo general, nos hemos acostumbrado a encontrarnos, tanto en el cine como en la televisión y en los videojuegos, un modelo de héroe que, además de recurrir a la violencia para solucionar los problemas, tiene todo bajo control y parece no tener defectos. Para el espectador es prácticamente imposible percibir en esas representaciones lo absurdo que es el recurso a la violencia. Por otro lado estos modelos no recogen casi nada de humanidad, es decir, aquellos héroes sin defectos ni problemas, están a una distancia infinita de lo que es un hombre en realidad.
Pero no todo lo que se hace en estos medios tiene este defecto. Por ejemplo, en el último film de Quentin Tarantino, Django unchained, que ha sido catalogado como muy violento, el efecto es el contrario. El director consigue recrear una situación y generar una identificación tal en el espectador que le deja ver el absurdo en la situación que está presentando. En la película queda claro que todos somos capaces de todo; esto, sin duda, es algo que vale la pena recordar. Continuará...

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